El bueno, el feo yla bruja

Entumecida, dejé que me ayudase a atravesar la sala hacia el agujero en la pared.

 

—El pobre chico estaba tan preocupado por ti que se desmayó. No les dejé ni a él ni a Jenks que saliesen del coche. —Sus ojos se encendieron con una idea repentina y alcanzó la radio que llevaba al cinturón—. Dile al se?or Sparagmos y a Jenks que la hemos encontrado y que se encuentra bien —dijo por el aparato, y enseguida obtuvo una respuesta ininteligible. Me cogió por el codo y murmuró—. Por favor, dime que no es verdad que dejaste una nota en tu puerta diciendo que te ibas a clavarle una estaca a Piscary.

 

Mis ojos estaban fijos en mi bolso con mis amuletos contra el dolor al otro lado de la sala, pero mi mente saltó al oír sus palabras.

 

—?No! —protesté dándole vueltas a la cabeza—. Dije que iba a hablar con Piscary y que él era el cazador de brujos. Kisten debió de cambiarla, porque mi nota está aquí, en alguna parte. ?La he visto! —?Kisten cambió mi nota? Tropecé sintiéndome confusa mientras Edden me empujaba hacia delante. Kisten había reemplazado mi nota, dándole a Nick el único número con el que lograría traer aquí a la AFI. ?Por qué? ?Había sido para ayudarme o simplemente para cubrir su traición a Piscary?

 

—?Kisten? —preguntó Edden—. Ese es el vampiro vivo al que no quieres que dispare, ?no? —Cogió la manta azul de la AFI que le ofreció alguien y me la echó por los hombros—. Vamos, quiero subir. Ya hablaremos de esto más tarde.

 

Me apoyé pesadamente en él y me apreté la manta a mi alrededor con una mueca de dolor al rasparme las manos con la áspera lana. No quise mirármelas, pensando que no era nada comparado con la mancha que tendría en el alma por haber invocado el hechizo de magia negra que Quen me había ense?ado. Inspiré lentamente. ?Qué importancia tenía si había aprendido un hechizo de magia negra? Iba a ser el familiar de un demonio.

 

—Dios mío, Morgan —dijo Edden mientras se volvía a colocar el walkie talkie en el cinturón—. ?Tenías que volar la pared por los aires?

 

—No fui yo —dije concentrándome en la moqueta a un metro delante de mí—, ha sido Quen.

 

Más agentes bajaron estrepitosamente por la escalera hacia la sala. La acumulación de presencia oficial de pronto me hizo sentirme como una extraterrestre.

 

—Rachel, Quen no está aquí.

 

—Ya —dije empezando a temblar con fuerza al mirar por encima de mi hombro y ver la moqueta inmaculada—, probablemente me lo he imaginado. —La adrenalina había desaparecido de mi organismo y el cansancio y las náuseas se abrían paso. La gente se movía muy rápido a nuestro alrededor, mareándome. Me dolía mucho el brazo. Quería mi bolso y el amuleto contra el dolor que había dentro, pero nos alejábamos en dirección contraria y al parecer alguien había colocado una tarjeta, marcándolo como una prueba. Estupendo.

 

Mi humor se ensombreció aun más cuando una mujer con el uniforme de la AFI nos hizo detenernos en seco, balanceando mi pistola de bolas delante de Edden. Estaba dentro de una bolsa para pruebas y no pude evitar alargar la mano para cogerla.

 

—Eh, es mi pistola de bolas —dije y Edden suspiró. No parecía muy contento.

 

—Etiquétala —dijo con tono de culpabilidad—. Pon que la se?orita Morgan ha hecho una identificación positiva.

 

La mujer pareció casi asustada al asentir y marcharse de nuevo.

 

—Eh —protesté de nuevo y Edden me impidió seguirla.

 

—Lo siento, Rachel. Es una prueba. —Recorrió rápidamente con la vista a los agentes que nos rodeaban antes de susurrarme—. Pero gracias por dejarla donde pudiésemos encontrarla. Glenn no habría podido tumbar a esos vampiros vivos sin ella.

 

—Pero… —tartamudeé viendo a la mujer desaparecer por las escaleras con mi pistola. El polvo era más denso allí y tragué saliva para no toser y desmayarme por el dolor.

 

—Vamos —dijo Edden con tono cansado, animándome a subir—, odio tener que hacer esto, pero necesito tu declaración antes de que Piscary se despierte y presente cargos.

 

—?Presentar cargos? ?Por qué? —dije soltándome de su brazo y negándome a moverme. ?Qué demonios estaba pasando aquí? ?Acababa de detener al cazador de brujos y era a mí a quien arrestaban?

 

Los agentes cercanos nos escuchaban atentamente y la redonda cara de Edden adoptó una expresión de más culpabilidad.

 

—Por agresión con lesiones, calumnias, allanamiento, entrada ilegal, destrucción de propiedad privada y cualquier otra cosa que se le ocurra a su abogado prerrevelacionista. ?Dónde creías que te metías al venir aquí para intentar matarlo?

 

Me esforcé por decir algo, ofendida.

 

—No lo he matado, aunque por Dios que se lo merece. Violó a Ivy para que viniese aquí y así poder matarme porque descubrí que era el cazador de brujos. —Levanté mi mano buena como si así pudiese suavizar el dolor de mi garganta desde el exterior—. Y tengo a un testigo dispuesto a testificar que Piscary lo contrató para matar a las víctimas. ?Te basta con eso?

 

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