Legendborn (Legendborn #1)

Los ojos azules del hombre me atraviesan y vuelve a interrumpirme con suavidad.

—?Esposó a la se?orita Chen a su mu?eca y la obligó a seguirla?

Intercambio una mirada con Alice. Inclina la cabeza con una expresión que me grita que me calle.

—No.

—Bien. —Hace clic en otro archivo y mi expediente académico y mi identificación de estudiante aparecen en la pantalla. Baja por la imagen sin levantar la vista—. Porque no educamos a estudiantes que son incapaces de pensar por sí mismos. Aunque el expediente académico de la se?orita Chen es estelar, prácticamente perfecto, en realidad, si de verdad es tan pasiva como para seguir a alguien como un corderito a su propia expulsión, entonces tendría serias dudas acerca de su estancia aquí.

Alice inhala con fuerza. Quisiera darle una patada a este tío.

McKinnon se reclina en la silla y suelta un largo suspiro.

—Son unas estudiantes excepcionales. De lo contrario, no serían dos de los treinta alumnos de instituto que han entrado en el Programa de Admisión Temprana. Es habitual que los chavales de su edad, al experimentar por primera vez la vida sin supervisión en la residencia, cometan errores. Por fortuna, la oficina del sheriff del condado de Durham las ha dejado marchar a ambas con una advertencia en lugar de una citación. Del mismo modo, no tengo intención de expulsarlas. Consideren esta su primera y única falta.

Gracias a Dios. Las dos soltamos un suspiro.

Un destello agudo ilumina los ojos del decano.

—Sin embargo, habrá consecuencias por su flagrante falta de respeto a las políticas del programa, así como por el desprecio a su propio acuerdo por escrito de atenerse a ellas. —Abro la boca, pero me manda callar con una mirada—. Llamaré a sus padres después de esta reunión y las dos quedarán bajo la supervisión de un mentor durante el resto del semestre. Un estudiante de segundo a?o del programa que haya sobresalido gracias a haber tomado mejores decisiones.

Me quedo boquiabierta y el calor me sube por la nuca.

—No necesitamos ni?eras.

—Visto lo visto —dice McKinnon con una ceja levantada—, sí las necesitan.

—Gracias, decano McKinnon —dice Alice con la voz plana.

—Puede retirarse, se?orita Chen. —Ambas nos ponemos de pie, pero me hace un gesto para que me quede—. Se?orita Matthews, un momento.

El estómago se me hunde como un ancla en el mar. ?Por qué querrá hablar conmigo a solas? Alice vacila un momento y cruzamos las miradas; luego sale y la puerta da un suave golpe tras ella.

El decano me estudia y tamborilea con los dedos en la mesa mientras nos rodea el silencio. Pum, pum, pum. El corazón se me acelera mientras espero a que hable. ?Sabe lo que he visto? ?Sabe lo de los legendborn?

—El agente Norris me ha comentado que anoche fue irrespetuosa.

Me vuelvo a quedar boquiabierta.

—?Irrespetuosa? Si apenas hablé. Fue él quien…

El decano me detiene levantando la palma de la mano.

—No hay excusas para faltar el respeto a las fuerzas del orden.

Ni para replicar.

—Yo no…

—Déjeme terminar —dice. Aprieto los dientes y cierro los dedos en pu?os sobre los muslos. ?Alice es pasiva y yo irrespetuosa? Una furia al rojo vivo me sube por las entra?as hasta al pecho y la mandíbula—. Por fortuna, le expliqué al ayudante Norris que este es un momento difícil para usted, y que el nuevo entorno es diferente a lo que está acostumbrada —termina con una sonrisa condescendiente.

?A lo que estoy acostumbrada? La cabeza me da vueltas.

Primero el policía racista, luego el decano que lo cree sin darme la oportunidad de explicarme, ?y ahora qué?

—Su madre es…

—Era —corrijo en automático, incluso mientras mi cerebro procesa los bandazos que ha dado la conversación.

Inclina la cabeza.

—Era. Por supuesto. Su madre era una alumna muy estimada en su departamento. Era una estudiante aventajada. Patentes de procesos de pruebas bioquímicas, trabajos de vanguardia en ciencias de la tierra. No la conocí personalmente, pero nuestras etapas de estudiantes de posgrado se solaparon.

Fuerzo las manos a que dejen de temblar y respiro despacio. Me ha pillado desprevenida, aunque tengo mis defensas. Cierro los ojos e imagino cómo el muro se levanta poco a poco.

—Solo quería decirle que siento su…

Abro los ojos de golpe.

—No está perdida. —Las palabras se me escapan.

McKinnon frunce los labios.

—Alice Chen es una estudiante ejemplar. Pero usted, se?orita Matthews, con el legado de su madre, sus notas y su expediente académico, tiene el potencial para ser brillante.

No sé qué responder. No sé si soy brillante. Sé que mi madre lo era y que yo no soy ella. Dirige la mirada a la puerta que hay detrás de mí.

—Su mentor asignado se pondrá en contacto con usted a lo largo del día. Puede retirarse.



*

Salgo por la puerta, mareada por la frustración y la humillación.

Alice, sentada con la espalda rígida en el banco del fondo del pasillo, se pone en pie de un salto. Al acercarme, veo que tiene los ojos enrojecidos y la cara llena de lágrimas. Con dedos temblorosos, sostiene un pa?uelo blanco arrugado que ha retorcido como una cuerda.

—Alice —empiezo mientras miro hacia la puerta del decano—, no vas a creer lo que acaba de pasar ahí dentro. Estoy muy cabreada…

—?Tú estás cabreada? —Respira hondo—. ?Cómo crees que me siento yo?

Me sobresalto, confundida por su rabia.

—No van a echarnos. No pasa nada.

—?Claro que pasa! —Se tapa la boca con una mano para contener un sollozo que le brota de lo más hondo del pecho.

Me acerco a su hombro, pero se aparta, fuera de mi alcance.

—Alice…

—?Lo de anoche fue mucho más que ?nada?! —El grito rebota en el pasillo vacío del edificio administrativo, en los cubículos y en los suelos de baldosas—. Casi nos expulsan. Mis padres me destriparían si eso pasara. Ya será bastante malo cuando los llame.

Nuevas lágrimas le caen por el rostro.

—Lo sé, pero…

—No a todo el mundo se le dan tan bien las clases sin ni siquiera estudiar, Bree. Algunas tenemos que trabajar duro. Me esforcé muchísimo para llegar aquí. Ha sido mi sue?o desde siempre, y tú lo sabías.

Levanto las manos.

—?Lo siento! No volveremos a salir del campus.

—Bien.

Niego con la cabeza.

—Pero, en cierto modo, me alegro de haberlo hecho, porque en esta universidad pasa algo muy raro. Anoche había un chico que…

—?En serio pretendes cambiar de tema? —Da un paso atrás—.

?Para hablarme de un chico?

—?No! —exclamo—. No estás escuchándome.

—?Por eso te comportas así? ?Chicos? ?La universidad solo es una gran fiesta para ti? —Abre los ojos de par en par, pero su voz se congela, como si acabara de pillarme robando o copiando en un examen—. Es eso, ?verdad? Por eso te has matriculado en esas asignaturas.

Parpadeo.

—?Qué?

Se ríe con amargura.

Tracy Deonn's books