Tres meses (Meses a tu lado #3)

—?Y es...? —otra vez el mechón de pelo—. ?Simpática?

—Cuando le interesa —pensé en advertirla sobre sus gritos con Will, pero supuse que se daría cuenta sola y fui por otro lado—. También puede llegar a ser muy persuasiva.

—?Persuasiva?

Me miraba como un corderillo asustado. Era más divertido de lo que debería ser.

—Ya lo entenderás cuando te veas a ti misma haciendo cosas que no te apetecía hacer porque ella ha conseguido convencerte.

Di un paso a ella y creo que ni se dio cuenta, así que di otro, probándola. No se movió. Pensé en dar otro y probar mi suerte colocándole el mechón de pelo, pero me detuve. Ella seguía mirándome, esperando que dijera algo. Mierda. Tenía que parar. Era la compa?era de Naya. Y la volvería a ver, seguro.

—Bueno —di un paso atrás, conteniéndome a mí mismo—, si me disculpas, mi trabajo de transportista ha concluido.

Jennifer parpadeó como si volviera a la realidad.

—Sí, claro —murmuró, pasándose una mano por el cuello que me quedé mirando—, gracias por ayudarme con la maleta.

Sonreí, pero dudo mucho que supiera el por qué.

—Un placer —murmuré.

Demasiado placer.

No me di la vuelta al alejarme, dejándola sola en la habitación.

***

—?Te encuentras bien, Ross? —me preguntó Sue de repente.

Yo dejé el móvil a un lado. Al final había mandado un mensaje a la chica de esa ma?ana. Y no me parecía un plan tan disparatado. No tenía mucho más que hacer. Además, eso de quedarme para ver la reunión de Romeo y Julieta que iban a organizar Will y Naya no era mi plan ideal.

Ross: Te paso a buscar en una hora.

Chica de anoche cuyo nombre no recuerdo: Genial :)

Tendría que preguntarle el nombre disimuladamente.

—?Por qué no iba a estar bien? —murmuré, mirando a Sue.

Ella estaba en el sillón, cambiando de canal.

—Porque sigues aquí —remarcó—. ?No tienes una cita? ?Tus días de libertinaje han llegado a su fin?

—Ya te gustaría. Tengo la cita en una hora.

—Genial. Cuando volváis, ?puedes no hacer ruido? Porque estoy un poco harta de no poder dormir.

—Sabes que hay una cosa que se llama tapones para los oídos, ?no?

—Sabes que hay una cosa que se llama motel, ?no?

Sonreí y negué con la cabeza. La chica seguía mandándome mensajes, pero los ignoré.

—?Y tú vas a quedarte? —le pregunté—. ?En serio quieres ver la reunión de esos dos? Todos sabemos que estarán cuatro horas besuqueándose e ignorándonos.

—No tengo nada más que hacer.

—Pues yo pienso desaparecer en cuanto crucen la puerta —murmuré.

—?En serio? —Sue agudizó su mirada—. Creo que vienen con alguien más.

Estaba a punto de ponerme de pie para ir a cambiarme de ropa, pero me detuve en seco.

—?Eh?

—Will me ha mandado un mensaje avisándome hace un rato. Parece que Naya tiene una nueva amiguita y la han invitado.

Mi cerebro tardó dos segundos en volver a la cara de la chica que compartiría habitación con Naya.

Mhm...

—?Te ha dicho cómo se llama?

—No. Me ha dicho que es la compa?era de habitación de Naya.

Mi subconsciente esbozó una sonrisa malvada.

A ver, no había hecho nada esa ma?ana. Me había portado bien. Había sido un buen amigo. Pero... si me la traían directa a casa, no podían pretender que ni siquiera lo intentara.

—?No tenías que prepararte para tu cita? —preguntó Sue con los ojos brillándole curiosidad.

Justo en ese momento, escuché la puerta abriéndose y esbocé una sonrisita malvada.

—?Por fin! Me estaba muriendo de hambre.

Sue me miró y negó con la cabeza, divertida. Yo simulé una postura natural al ver que se acercaban.

—Yo también me alegro de verte, Ross —me dijo Naya.

Iba a centrarme directamente en lo que me interesaba, que era la chica que estaba de pie a su lado, claramente un poco intimidada. Pero decidí ser un poco más discreto e irritar a Naya.

—Genial, hemos pasado de la tranquilidad absoluta a tener que escuchar gritos en estéreo todo el el día.

—Si yo nunca me enfado.

—?Y quién ha hablado de enfadarse?

Joder, cuando se ponían a hacerlo eran insoportables.

Algo me voló a la cara. La chaqueta de Will. La lancé al sillón, riendo. Sue, mientras, seguía negando con la cabeza por mi cancelación de la cita mientras se abría la bolsa de comida y observaba a la chica nueva.

Yo aproveché para mirar a Jennifer, que se había cambiado de jersey. Ese era más estrecho. Y confirmó su cintura también perfecta. La recorrí con los ojos y no se dio cuenta. Naya sí. Vi que le clavaba un codazo a Will, alertándolo. Les sonreí inocentemente. Oh, ella se iba a enfadar mucho.

Pero, honestamente, valía la pena el riesgo.

—Veo que aún no has salido corriendo —le dije a Jennifer

—No la asustes, Ross —me advirtió Naya—. Es mi compa?era de habitación. Y quiero que siga siéndolo.

Ella había clavado los ojos en mí, pero me obligué a mirar a Naya, haciéndome el inocente.

—?Qué insinúas?

—Que eres un pesado —remarcó, sujetando a su amiga—. Ven, siéntate.

Casi me entraron ganas de ir a por ella cuando vi que Naya me fulminaba con la mirada y se la llevaba al otro sofá, alejándola de mí lo máximo posible. Habría que arreglar eso en algún momento.

Mhm... si no podía acercarme a ella, tendríamos que atraer su atención.

—Acaba de llegar y ya me está insultando —le dije a Will.

él sonrió, pero a Naya no le hizo ninguna gracia.

—No la espantes —me advirtió.

Jennifer parpadeó, sorprendida, y me miró en busca de algo que pudiera espantarla. Mierda. No quería asustarla tan rápido. Apreté un poco los labios a Naya. No iba a joderme esto. Desviación de atención. Eso nunca fallaba.

—?Yo no espanto a nadie! —la miré—. Además, si quiere vivir contigo tendrá que saber que tú y Will sois como un combo. Aguantar a uno implica aguantar al otro.

—?Qué? —ella me miró.

Buen trabajo.

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