Tres meses (Meses a tu lado #3)



—Simplemente, no me apetecía.



La mayor mentira de mi vida.

Will me estaba mirando fijamente. Suspiré.

—?Qué?



—A Naya le cae bien —remarcó.



—Pues me alegro por ella.



—Ross, sabes lo que quiero decir. No quiere que la espantes.



—?No espanto a nadie! Solo vi unas películas con ella.



—Vi cómo la mirabas —él frunció un poco el ce?o—. No es una chica cualquiera. Es la compa?era de Naya. Ya le hiciste lo mismo con Lana. No le arruines las cosas con esta chica.



—?Le hice lo mismo con Lana? ?Solo salí con ella!



—Y ha terminado en Francia —Sue sonrió ampliamente.



—Lo que quiero decir es que esta noche va a venir Jenna y...



—Espera —lo detuve—, ?va a venir?



él frunció el ce?o al ver mi sonrisita.

—Ross...

—?Qué? ?No puedo alegrarme? Me cayó bien.



—Nunca me meto en lo que haces con esas chicas, pero no hagas lo mismo con ella.



—Ni se me había pasado por la cabeza.



Sonreí ampliamente y agarré las llaves y la chaqueta. Los escuché siguiéndome mientras subía al ascensor repasando mentalmente cada detalle de los vaqueros estrechos y el jersey que había llevado. Esperaba que se pusiera algo más ajustado. O quizá no. Sería más fácil controlar los ojos si no lo hacía.

Al llegar a la residencia, nos tocó esperar diez minutos, como siempre. Miré la hora en el móvil, un poco más impaciente de lo que debería.

—Voy a ver... —empezó Will.



—Voy yo —lo corté, saliendo de un salto.



—?Ross! —intentó protestar.

Lo ignoré, metiéndome en la residencia tan rápido como pude. Chris dio un respingo al verme llegar.

—?De eso nada! ?Las visitas no autori...!



—Solo serán veinte segundos, Chrissy.



—?Nunca son solo veinte segundos!



—Voy a ver a mi futura novia, amargado, déjame en paz.



—?Amargado...? ?Ross, vuelve aquí!



Otro al que ignoré completamente. Subí las escaleras y crucé el pasillo. Esbocé una sonrisita al llamar a la puerta con los nudillos. Estaba mentalmente preparado para enfrentarme a una Naya cabreada, pero me enderecé de golpe cuando vi que era Jenna quien abría la puerta.

Me tomé un breve momento para recorrerla. Llevaba unas zapatillas, unos vaqueros rotos y... un jersey ajustado.

Gracias.

Tuve que centrarme para levantar la mirada a sus ojos y fingir aburrimiento.

—No es por meter prisa, pero Sue se está poniendo nerviosa. Y yo no pienso responsabilizarme de lo que haga.



Ella sonrió y tuve el impulso se acercarme, pero me conformé apoyando una mano en el marco de la puerta.

—Naya se está...



—?ME ESTOY MAQUILLANDO!



—?Por qué me da la sensación de que ya he vivido esto? —negué con al cabeza—. Ah, sí, porque pasa cada vez que queremos salir.



Creo que Naya me dijo algo, pero yo estaba demasiado ocupado viendo que Jenna esbozaba una sonrisa divertida. Se había pintado los labios de rosa.

—Puedes intentar convencerla de que no necesita retocarse —me abrió la puerta—. Ya lo he intentado yo.



Oh, no. No iba a entrar. Si lo hacía, no podría seguir disimulando. Respiré hondo para centrarme. Teníamos que ir al maldito concierto.

—No, tengo un método más efectivo —le aseguré—. ?Si en cinco minutos no estás lista, nos vamos sin ti, y no pienso decirte si Will mira a las chicas del bar!

Apenas tardó dos segundos en salir.

—Lista.



Negué con la cabeza cuando desapareció por el pasillo. Jenna cerró la puerta a su espalda.

—?Has pensado en ser profesor alguna vez? —me preguntó, acercándose—. Tienes autoridad.



—Y falta de vocación.



Fue una de las pocas veces en mi vida que no sabía qué más decirle a una chica. No supe llenar el silencio. Mierda, ?qué me pasaba? Fui directo a las escaleras para no mirarla y escuché que me seguía. Chris me observó como si hubiera matado a alguien cuando pasamos por delante de él.

—Han sido más de veinte segundos.



—Vamos, Chrissy, las visitas cortas están permitidas —puse los ojos en blanco.



—Que no me llames Chrissy. Además, ?en el momento en que oscurece fuera, se considera horario nocturno! Y no debe haber visitas sin planificar por la noche, Jennifer.



Lo estaba matando con la mirada cuando Jenna, a mi lado, pareció completamente descolocada.

—Si solo han sido dos minutos.



—La ley es la ley y debe respetarse.



—La ley es la ley y debe respetarse —lo imité mientras le sujetaba la puerta.



Jenna se rio y Chris nos miró con mala cara, pero no me importó. Estaba disfrutando de las vistas mientras ella iba hacia el coche delante de mí.

—?Y si aceleráis el paso? —protestó Sue.



Oh, cállate.

Al menos, conseguí sentarme a su lado en el coche. Había decidido no conducir precisamente por eso. En el bar, parecía un poco distraída mirando el grupo que precedía a mi hermano. Vi su peque?a mueca y casi me entraron ganas de reírme.

—?Es tu amigo? —me preguntó, girándose.



?Mi amigo? ?No le habían dicho que era mi hermano? Bueno, había llegado el momento de divertirse un poco.

—Sí. ?A que es bueno?



Ella abrió la boca, un poco sorprendida. Se apresuró a enderezar la conversación.

—Sí. Son muy... eh... especiales.



—Lo sé. Nunca habías oído algo así, ?verdad?



—No —murmuró en voz baja—. Desde luego que no.

No pude evitarlo y empecé a reírme, haciendo que me clavara una mirada sorprendida.

—Mientes muy mal —aseguré, sentándome a su lado y acercando mi silla a la suya sin siquiera darme cuenta.



—No miento mal —protestó, cruzándose de brazos.



Mi mirada se clavó irremediablemente en sus brazos, que al cruzarse habían subido un poco sus pechos. Enarqué una ceja, más interesado.

—?Cuánto tocan ellos? —Naya dejó la carta en la mesa de un golpe, mirándome fijamente.



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