El lado bueno de las cosas

Mi padre abre la boca para hablar, pero mi madre lo corta diciendo: —Ha cambiado mucho en este tiempo que no has estado.

Aun así me niego a creer que el estadio de los Veteranos ya no está, incluso después de que Jake saque su portátil del coche y me ense?e el vídeo de cómo se demolió. El estadio de los Veteranos, al que solíamos llamar el donut de hormigón, cae como si fueran fichas de dominó, el polvo gris cubre la pantalla y no se ve otra cosa. Se me parte el corazón al ver derrumbarse ese lugar, a pesar de que sospecho que lo que estoy viendo es un truco generado por ordenador.

Cuando era ni?o, mi padre me llevó muchas veces a ver jugar a los Phillies en los Vet y, por supuesto, también recuerdo todas las veces que fui con Jake a ver a los Eagles, así que me cuesta creer que tal monumento de mi infancia pueda haber sido destruido mientras yo estaba en el lugar malo. El vídeo termina y pregunto a mi madre si puedo hablar con ella en la otra habitación.

—?Qué sucede? —me dice cuando entramos en la cocina.

—El doctor Patel dijo que era posible que la nueva medicación me hiciera alucinar.

—Bien.

—Creo que acabo de ver cómo se demolía el estadio de los Veteranos en el ordenador de Jake.

—Lo has visto, cielo. Lo demolieron hace dos a?os.

—?En qué a?o estamos?

Ella duda pero luego responde:

—En 2006.

Si eso fuera cierto yo tendría treinta y cuatro a?os. El período de separación duraría ya cuatro a?os. ?Imposible?.

—?Cómo sabes que no estoy alucinando ahora mismo? ?Cómo sabes que no eres una alucinación? ?Todos sois alucinaciones! ?Todos! —Me doy cuenta de que estoy gritando pero no puedo evitarlo.

Mamá sacude la cabeza y trata de acariciarme la mejilla, pero yo le aparto la mano de un manotazo y ella empieza a llorar otra vez.

—?Cuánto tiempo he estado en el lugar malo? ?Cuánto? ?Dime!

—?Qué está pasando aquí? —chilla mi padre—. Intentamos ver el partido.

—Chist —dice mi madre entre lágrimas.

—?Cuánto? —grito yo.

—?Díselo, Jeanie! ?Vamos! ?Se enterará antes o después! —Mi padre grita desde el salón—. ?Díselo!

Cojo a mi madre por los hombros y la sacudo tan fuerte que tiembla y le chillo: —?Cuánto tiempo?

—Casi cuatro a?os —dice Jake. Me doy la vuelta y veo a Jake en la puerta de la cocina—. Ahora, suelta a mamá.

—?Cuatro a?os? —Me río y suelto a mamá. Se tapa la cara con las manos y sus ojos están arrepentidos y llenos de lágrimas—. ?Por qué me estáis gastando bro…?

Oigo a mi madre, grita, y yo siento cómo la parte de atrás de mi cabeza golpea la nevera. Luego todo se apaga.





DISTANTE COMO LA VíA LáCTEA


Al regresar a New Jersey creía que estaba a salvo porque no pensaba que Stevie Wonder pudiera abandonar el lugar malo, lo cual reconozco que es tonto (porque Stevie Wonder tiene mucho talento y es muy ingenioso).

He estado durmiendo en la buhardilla, pues ahí hace mucho calor. Cuando mis padres se van a dormir, subo la escalera, desenchufo el ventilador, me meto en mi viejo saco de dormir y cierro la cremallera dejando solamente mi cara al aire; así me dispongo a perder algunos kilos sudando. Sin el ventilador la temperatura sube rápidamente y pronto mi saco de dormir está lleno de sudor y siento cómo mi cuerpo adelgaza. Había hecho esto ya varias noches y no había sucedido nada extra?o o inusual.

Pero esta noche estoy en la buhardilla, sudando y sudando en la oscuridad, y de repente oigo: ?La la laaa… la la laa… la la laaa la laaa la laaa?. Trato de mantener los ojos cerrados, tarareo una nota y cuento hasta diez en silencio. Sé que simplemente estoy alucinando, como el doctor Patel dijo que haría. Pero me abofetean y cuando abro los ojos allí está, en la buhardilla de mis padres. Tiene una aureola en la cabeza, como si fuera Jesús; lleva esas gafas de sol cuadradas; tiene el bigote rizado, la frente despejada y esas trenzas finas con cuentas. Está vestido de negro y sonríe.

—?Cómo? ?Cómo me has encontrado? —le pregunto.

—Firmado, precintado y entregado; soy tuyo —dice con esa suave voz que tiene. Y a pesar de que estoy empapado por el sudor, me estremezco—. Eres el sol en mi vida. Por eso siempre estaré contigo.

—Por favor —suplico—, ?déjame solo!

Pero él coge aire y empieza a cantar:

—My Cherie Amour, lovely as a summer day… —Inmediatamente salgo del saco de dormir y empiezo a golpearme la cabeza contra una tabla de madera que está en un trozo en el que no hay contrachapado—. My Cherie Amour, distant as the milky way, my Cherie Amour, pretty little one that I adore. —Y siento que la cicatriz de mi frente se abre de nuevo y la sangre y el sudor se derraman por la madera—. You’re the only girl my heart beats for, how I wish that you were mine.

Bang, bang, bang, bang.

Y entonces aparecen mis padres, pero yo estoy ahí, rabioso, fuera de mí, gritando:

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