La bella de la bestia

—La llevará derecha a la cama, sin duda.

Cuando Margaret abrió la boca para responder, se escuchó gritar a una voz masculina familiar.

—?Pardiez! ?No me han dejado nada de comer?

—?Bayard! —gritó Gytha mientras saltaba de la silla para ir a saludar a su hermano. Margaret hizo lo mismo. Gytha corrió hacia el espigado joven que estaba de pie en la puerta de entrada. Recibió a las dos muchachas entre sus brazos con alborozo. Todos se rieron, y las dos mujeres llenaron al joven la cara de besos y lo acribillaron a preguntas. Gytha aprovechó para sonreír, sobre el ancho hombro de su hermano, a su fornido tío, lord Edgar, que venía detrás de Bayard. Al momento, lord y lady Raouille se dirigieron hacia sus hijos y, después de una bienvenida más moderada, urgieron a todos a que se sentaran. Al mirar a su alrededor, contemplando a la feliz concurrencia, se dijo que había una cosa que debía agradecer a la desdichada boda: su familia estaba reunida otra vez.

—Es un joven bastante bien parecido —comentó Roger por lo bajo, mirando a Gytha, sus padres y su hermano—. Al parecer, John Raouille ha producido una muy buena cosecha.

Thayer gru?ó para mostrar su acuerdo. Sin embargo, no podía dejar de preguntarse cómo dos personas tan corrientes como John y Berta podían haber engendrado una prole tan sorprendente. Al cabo de un instante se descubrió a sí mismo pensando cómo serían los hijos que tuviera con una madre tan hermosa como Gytha, y maldijo para sus adentros. Aquellos pensamientos eran una inquietante se?al de aceptación de su destino. Notaba en ellos casi un vestigio de esperanza en lo que le deparase el futuro. No ponía reparos al matrimonio en sí mismo, pues era el paso natural que tenía que dar ahora que era un hombre con tierras. Sin embargo, no quería una mujer tan bella como esposa, pues auguraba un futuro negro, lleno de decepciones y dolor.

—Has herido profundamente los sentimientos de la chica —comentó Roger.

—?Cómo es posible? —a Thayer le pareció que era algo difícil de creer.

—?Cómo es posible? —Roger sacudió la cabeza, sorprendido—. ?Cómo puedes preguntar tal cosa, cuando has estado sentado allí con aire de haber recibido la noticia más desagradable de tu vida? ?Estás tonto? ?Acaso te han pedido que te dejes morder por una víbora?

—Pues eso es muy parecido a pedirme que me case con una mujer tan hermosa —Thayer veía con claridad un futuro en el que se pasaría la vida espantando a los hombres que trataban de meterse en la cama de su mujer.

—Amigo mío, por una vez en tu vida estás juzgando un asunto sin tener conocimiento de causa. Supones cosas sin la menor base, sin tener ninguna evidencia de que puedan suceder. Sí, la mujer es encantadora, y seguro que puede hacer que le hierva la sangre a cualquier hombre; sin embargo, he estado sentado junto a ella, todo sonrisas y dispuesto a coquetear, y ella no ha hecho ni el más mínimo esfuerzo por corresponderme. No me parece que se trate de una dama infiel.

—No es preciso que lo sea para que tenga que pasarme el resto de mi vida espantándole pretendientes enfermos de amor. Y bien puede ocurrir que antes de que llegue a vieja sucumba a alguno o algunos de los pretendientes.

—Escucha mi consejo: endurece tu corazón y deja que tu cuerpo se regodee en la posesión de una mujer tan bella.

Thayer percibió una brusquedad en el tono de Roger que lo desconcertó. Sin embargo, no tuvo tiempo de averiguar la razón de aquel tono cortante, pues enseguida se vio inmerso en las presentaciones de Bayard y Edgar Raouille, el hermano y el tío de su novia. Unos comentarios sutiles que intercambiaron los miembros de la familia le dieron a entender exactamente quién era Margaret. Y no le resultó difícil deducir que ella era la razón por la cual ni la esposa ni los hijos de Edgar asistirían a la boda. Las pocas dudas que se habían expresado en cuanto a la situación concernían solamente a la ausencia de los hijos de Edgar.

—?No han llegado todavía John y Fulke? —preguntó Bayard.

—No —contestó su padre—. Enviaron un mensaje explicando su retraso. Sólo nos queda esperar que puedan llegar a tiempo para asistir a la boda.

—Estoy seguro de que llegarán —Bayard sonrió a Gytha—.Veo que ha habido otro cambio de novio.

—Así parece. Robert fue un poco prematuro al proclamarse como heredero. El anuncio del fallecimiento de sir Thayer fue… exagerado.