Legendborn (Legendborn #1)

—Se vuelve hacia mí—. Mi teoría es que Arturo vivirá en ti de formas que nunca hemos visto. No solo sus habilidades, sino su espíritu, sus emociones y sus recuerdos.

El dolor de William ha hecho que se zambulla en el trabajo. Está ansioso por indagar en todo lo que conlleva la posesión de Arturo, pero no tengo ningún deseo de revisitarlo. No cuando todavía lo siento en un rincón de la mente. Le sostengo la mirada a William durante un largo momento y luego la aparto.

Tor se excusa justo cuando Sarah entra con una jarra de café y una bandeja de tazas.

Mientras hablábamos, Greer ha ido extendiendo por la mesa pilas de los documentos amarillentos de William y pesados ficheros encuadernados en cuero.

—Sigo sin entenderlo. ?Cómo es que Nick es el descendiente de Lancelot y Bree la de Arturo?

William me apoya la mano en la rodilla.

—Bree, en esto necesitamos que rellenes los huecos. Anoche, cuando Sel te llevó arriba, murmurabas algo de una tal Vera y un bebé. —Sacude la cabeza—. ?Quién es Vera?

Todas las miradas se vuelven hacia mí, tal y como sabía que harían.

—Mi antepasada —digo en voz baja—. Era esclava en una plantación del descendiente de Arturo.

Greer y Sarah se remueven en el sofá con notable incomodidad.

Sel inhala entre dientes.

Les cuento lo que vi y yo misma lo recuerdo todo a medida que las palabras van saliendo. Se lo cuento todo, excepto lo de la mujer del hospital. Cuando paro de hablar, Sel me mira. Sabe que me he guardado algo. Niego con la cabeza de manera imperceptible.

?Luego?. Entrecierra los ojos, pero asiente.

—Vuelve a decir los nombres —dice William mientras hojea un gran libro marrón que huele a humedad—. Los de los hombres.

Respiro, temblorosa.

—Davis y Reynolds.

William se detiene en una página y la recorre con el dedo hacia abajo hasta detenerse.

—Eso es.

—?Es qué? —dice Sarah.

Todos nos inclinamos sobre la mesa.

William se?ala una página amarilla con columnas de nombres, fechas y lugares.

—Esta es la familia de Nick. La línea de los Davis. A principios de 1800, Samuel Davis era el descendiente de Arturo. —Hace una mueca—. Era un esclavista. Tenía una plantación a unos veinticinco kilómetros de la ciudad.

La habitación se queda en silencio a mi alrededor.

—Davis sabía que si Vera tenía un hijo suyo, sería un descendiente —dice Sel—. Si existía la más mínima posibilidad de que estuviera embarazada de él, la perseguiría.

—Pero sobrevivió y dio a luz —dice William pensativo. Se vuelve hacia mí—. Lo que significa que tú y toda tu familia sois una escisión en la línea. La sangre de Arturo ha corrido por vuestras venas durante generaciones.

—?Qué pasa con la mujer de Davis? —pregunto con un hilo de voz—. ?La mujer rubia de la visión? Se acostaba con Reynolds.

—Se llamaba Lorraine. —William pasa a otra página del mismo libro y suspira. Toca una fila de notas y nombres—. Reynolds es el apellido de la línea de Lancelot. Paul Michael Reynolds vivía cerca de allí por la misma época.

—Es como Ginebra —susurra Sarah, con los ojos muy abiertos —. Es igual que la leyenda. Lancelot es el caballero de mayor confianza de Arturo, hasta que se acuesta con la mujer de su rey.

Lorraine se acuesta con Reynolds y finge que es el hijo de Davis.

Tal vez incluso él estuviera en el ajo, ya que nunca encontró a Vera ni a su bebé.

William asiente y mira el libro que tiene sobre la mesa.

—Samuel Martin Davis Junior, nacido el mismo a?o. Su único hijo registrado y el antepasado de Nick ocho generaciones atrás.

Reynolds, en cambio, no consta que tuviera hijos hasta más tarde.

Tuvo tres ni?os y una ni?a. La Orden tiene registros de todos ellos.

Sel se levanta y se pasea por la habitación.

—Lo que significa que lord Davis y Nick no son Davis en realidad, al menos desde la perspectiva de la línea de sangre. Son Reynolds. Por otra parte, el Reynolds que está en la división Norte ahora pertenece a la línea de Lancelot, pero no es el auténtico descendiente.

—Lo es Nick —susurro y todos los ojos se vuelven hacia mí—.

La cara que puso anoche, nunca lo había visto tan destrozado.

Cuando levanto la vista, capto la expresión de preocupación de William. La mirada de inquietud que comparte con Sel.

Yo también estoy preocupada. Pienso en la conexión que tengo con Nick. Nuestra confianza y afecto. Ahora me pregunto cuánto de eso nos pertenecía a nosotros y cuánto eran Arturo y Lancelot.

Llamada y respuesta. Un rey y su primer caballero, unidos por los profundos lazos de la lealtad y la traición.

—?Qué le diremos a los Regentes? —pregunta Sarah.

Tor vuelve a entrar en la habitación.

—No estoy segura, pero acabo de llamar a su emisario. Están de camino.

—?Que has hecho qué? —Sel ruge incrédulo.

—?Tenía que hacerlo! —grita Tor—. Ahora estoy al mando, merlín, y tenemos dos escuderos y un descendiente muertos, y un goruchel que suplantó a un escudero y se infiltró en nuestra filas ?durante meses! Oíste lo que dijo; hay otros infiltrados en la Orden.

?Qué crees que pasará si intentamos ocultar todo eso?

—No era tu decisión —dice Sel entre dientes—. Y no estás al mando. Bree es…

—?Bree es qué? —espeta—. ?Nuestro rey? ?Por accidente?

?Es un error!

—?Accidente? —rujo—. ?Error?

Alice ya está de pie, con los pu?os cerrados.

—?Así llamas a la esclavitud? ?Trescientos a?os de accidentes?

Tor se pone roja.

—Ya sabes lo que quiero decir.

—?Me temo que no! —digo con rabia. Vislumbro una imagen de la cara de Vera mientras derramaba su propia sangre en la tierra.

Cierro los pu?os y las u?as se me clavan en las palmas. William y Sel me miran las manos y la fuerza que ahora habita en ellas—. Lo que ese hombre hizo no fue ningún accidente. Sabía perfectamente lo que hacía. Le gustaba ser due?o de su vida. De su cuerpo. Y no era el único. Ni ella la única. —De repente, solo quiero lanzarme a por Tor. ?Me detendrían los legendborn? ?Sería siquiera Sel capaz de detenerme?

Tor se da cuenta de mi creciente enfado y da un paso atrás, pero no se calla.

—Anoche hubo gente que murió por la causa, ?y tú qué?

?Apareces en el último momento?

Doy un paso adelante y el brazo de Sel se dispara hacia mi pecho.

—?Tor! —dice—. ?Bree es tu rey!

—No es mi rey. —Niega con la cabeza y me dedica una mirada acusadora—. No cuando ni siquiera quiere serlo.

Balbuceo. El recuerdo de los cuerpos de Whitty, Fitz y Russ crecen dentro de mí, la sangre salpicada en charcos tan rojos que eran negros.

Alice se pone delante de mí, con los brazos cruzados.

—La descendiente de Tristán, ?verdad? Bree no tiene elección en esto, por lo que sé. —La mira de arriba abajo—. Y tú tampoco, tercera en el rango.

Tor se abalanza tan deprisa que solo Sarah llega a atraparla por la cintura y solo a Sel le da tiempo a colocarse delante de Alice.

Mi amiga ni siquiera se inmuta. Aprende rápido. Se había levantado temprano para informarse de todo lo que le diera tiempo con William.

El sanador se harta.

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