Humo yespejos

(Para los curiosos: al final una mujer joven se enamoró del Gato Negro y él se fue a vivir con ella, y la última vez que lo vi tenía el tama?o de un puma muy peque?o y, que yo sepa, sigue creciendo. Dos semanas después de que se marchara el Gato Negro, un gato atigrado marrón llegó y se instaló en el porche. Mientras escribo esto, está durmiendo sobre el respaldo del sofá a pocos metros de mí.)

 

Ahora que me acuerdo, quisiera aprovechar la oportunidad para agradecerle a mi familia que me haya dejado ponerla en este cuento y, lo que es más importante, que me haya dejado tranquilo para escribir y que a veces haya insistido en que saliera a divertirme.

 

El puente del troll

 

Este cuento fue nominado para el Premio World Fantasy de 1994, aunque no lo ganó. Lo escribí para Snow White, Blood Red (?Blancanieves, rojasangres?), de Ellen Datlow y Terri Windling, una antología de versiones de cuentos de hadas para adultos. Elegí el cuento de ?The Three Billy Goats Gruff? (?La pelea de los tres machos cabríos?). Si Gene Wolfe, uno de mis escritores favoritos (y, se me ocurre ahora, otra persona que escondió un cuento en una introducción), no hubiese tomado el título muchos a?os antes, lo habría llamado ?Trip Trap?.

 

No le preguntéis a Jack

 

Lisa Snellings es una escultora excepcional. Este cuento lo escribí al respecto de la primera de sus esculturas que vi y de la que me enamoré: un demoníaco mu?eco a resorte de una caja de sorpresas. Me dio una copia y me ha prometido que me dejará el original en su testamento. Cada una de sus esculturas es como un cuento, inmovilizado en madera o yeso. (Tengo una en la repisa de la chimenea de una chica alada dentro de una jaula que ofrece a los que pasan junto a ella una pluma de sus alas mientras su captor duerme; sospecho que ésta es una novela. Ya veremos.)

 

El estanque de los peces de colores y otros cuentos

 

La técnica de la escritura me fascina. Empecé este cuento en 1991. Escribí tres páginas y entonces, como me sentía demasiado próximo al material, lo abandoné. Por fin, en 1994, decidí terminarlo para una antología que Janet Berliner y David Copperfield iban a editar. Lo escribí de cualquier manera en un ordenador portátil Atari Portfolio maltrecho, en aviones y en coches y en habitaciones de hotel, sin ningún orden, anotando conversaciones y reuniones imaginarias hasta que estaba casi seguro de que lo había escrito todo. Entonces ordené el material que tenía y me quedé asombrado y encantado de que funcionase.

 

Parte de este cuento es verdad.

 

Tríptico: Devorado (Escenas de una película), El camino blanco, Reina de cuchillos

 

Durante un periodo de varios meses hace algunos a?os, escribí tres poemas narrativos. Cada cuento trataba de violencia, de hombres y mujeres, de amor. El primero que escribí fue un tratamiento para una película pornográfica de terror, escrito estrictamente en pentámetros yámbicos, que llamé ?Devorado (Escenas de una película)?. Era bastante extremado (y me temo que no está reimpreso en este volumen). El segundo era una versión de una serie de viejos relatos populares ingleses llamado ?El camino blanco?. Era tan extremado como los cuentos en los que se basaba. El último que escribí fue un relato sobre mis abuelos maternos y sobre magia escénica. Era menos extremado, pero, espero, tan inquietante como los cuentos que lo precedían en la secuencia. Me sentía orgulloso de los tres. Los caprichos del mundo editorial hicieron que fueran publicados a lo largo de varios a?os, así que cada uno de ellos salió en una antología de lo mejor del a?o: escogieron los tres para la Year’s Best Fantasy and Horror (?Los mejores relatos de fantasía y horror del a?o?) americana, uno para la Year’s Best Horror (?Los mejores relatos de horror del a?o?) inglesa y uno, que en cierto modo me sorprendió, lo solicitaron para una colección internacional del mejor erotismo.

 

El camino blanco

 

Hay dos cuentos que me han obsesionado e inquietado durante a?os, cuentos que me han atraído y repelido desde que me topé con ellos cuando era peque?o. Uno es el relato de Sweeney Todd, ?el barbero diabólico de Fleet Street?. El otro es el relato del Sr. Zorro, una especie de versión inglesa de Barbazul.

 

Esta adaptación me la inspiraron unas variantes del cuento que encontré en The Penguin Book of English Folktales (?El libro Penguin de los cuentos populares ingleses?), editado por Neil Philip. En concreto, se trataba de ?La historia del Sr. Zorro? y las notas que lo siguen, y una versión del cuento llamado ?Sr. Foster?, donde encontré la imagen del camino blanco y el modo en que el pretendiente de la chica dejó su rastro hasta su casa horripilante.

 

En el cuento del Sr. Zorro, el estribillo ?No fue así, no es así y Dios quiera que no sea así? se repite como una letanía, durante la narración de todos los horrores que la prometida del Sr. Zorro afirma haber visto en un sue?o. Al final tira el dedo ensangrentado, o la mano, que se llevó de la casa y demuestra que lo que ha dicho era cierto. Entonces la historia del Sr. Zorro ha terminado de verdad.

 

También trata de los extra?os cuentos populares chinos y japoneses en los que, al final, todo se reduce a los zorros.

 

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