Zafiro (Edelstein-Trilogie #2)

Suspiró. Como mínimo en los últimos tres días, era evidente que había dormido tan poco como yo, si no menos.

—Antes vivía con mi tío Falk en Greenwich, desde los once a?os. Cuando mi madre conoció a monsieur Cara-de-bofetada y quiso abandonar Inglaterra, naturalmente los Vigilantes pusieron reparos. Al fin y al cabo solo quedaban unos a?os para mi salto de iniciación y aún tenía mucho que aprender.

—Y entonces, ?tu madre te dejó solo?

Mi madre nunca habría sido capaz de hacer algo así, de eso estaba segura.

Gideon se encogió de hombros.

—Me gusta mi tío. Es un buen tipo, cuando no va de gran maestre de la logia. En todo caso lo prefiero mil veces a mi llamado padrastro.

—Pero... —Casi no me atrevía a preguntárselo, por lo que susurré—: Pero ?no la echas de menos?

Nuevo encogimiento de hombros.

—Hasta los quince a?os, cuando todavía podía viajar sin peligro, siempre iba a visitarla durante las vacaciones. Y, además, mi madre viene al menos dos veces al a?o a Londres; oficialmente para verme, aunque supongo que debe de ser más bien para gastarse el dinero de monsieur Bertelin. Tiene debilidad por la ropa, los zapatos y las joyas antiguas. Y por los restaurantes macrobióticos con muchas estrellas.

La mujer parecía una madre de película.

—?Y tu hermano?

—?Raphael? A estas alturas ya es un auténtico francés. Llama ?papá? a Cara-de-bofetada, y un día se hará cargo del imperio del platino. Aunque por el momento parece que ni siquiera es capaz de acabar el bachillerato, el muy gandul. Prefiere concentrarse en las chicas antes que en los libros. — Gideon apoyó el brazo en el respaldo del asiento por detrás de mí e inmediatamente se me aceleró la respiración—. ?Por qué pones esta cara de susto? No te daré pena, ?no?

—Un poco —dije sinceramente, y pensé en el chico de once a?os que se había tenido que quedar solo en Inglaterra, entre hombres de aire misterioso que le obligaban a ir a clases de esgrima y a tocar el violín. ?Y a jugar al polo!—. Al fin y al cabo, Falk ni siquiera es tu tío de verdad. Es solo un pariente lejano.

Alguien tocó furiosamente la bocina por detrás de nosotros. El taxista levantó la cabeza un instante y puso el coche en movimiento sin abandonar su lectura. Solo esperaba que el capítulo no fuera demasiado emocionante.

Gideon, en cualquier caso, no parecía prestarle ninguna atención.

—Falk siempre ha sido como un padre para mí —dijo, y a?adió con una media sonrisa—: De verdad que no tienes por qué mirarme como si fuera David Copperfield.

?Qué? ?Por qué iba a pensar yo que era David Copperfield?

Gideon suspiró.

—Me refiero al personaje de novela de Charles Dickens, no al mago. En serio, ?lees algún libro de vez en cuando?

Ahí estaba de nuevo el viejo arrogante Gideon, cómo no. Lo cierto es que ya empezaba a darme vueltas la cabeza con tanta jovialidad y tanta confianza. Extra?amente, me sentí casi aliviada de volver a la batalla.

Le miré con aire de superioridad y me aparté un poco de él.

—Para serte sincera, prefiero la literatura moderna.

—Ah, ?sí? —Los ojos de Gideon brillaban maliciosamente—. ?Como qué, por ejemplo?

No podía saber que mi prima Charlotte me había hecho regularmente esta misma pregunta durante a?os, y además exactamente con el mismo tono arrogante. En realidad no es que yo leyera poco, y por eso siempre estaba dispuesta a informarla de mis lecturas; pero como Charlotte despreciaba por sistema lo que yo leía tachándolo de ?poco exigente? y de ?bobadas para ni?as?, en algún momento me había hartado y le había arruinado la diversión de una vez por todas. A veces hay que atacar a la gente con sus propias armas. El truco está en no mostrar ni la más mínima duda mientras se habla y en incluir al menos a un reconocido autor de éxito, preferiblemente a uno del que electivamente se haya leído algo. Además, cuanto más exóticos y extranjeros sean los nombres, mejor.

Levanté el mentón y miré a Gideon directamente a los ojos.

—Bueno, por ejemplo, George Matussek me gusta mucho, y Wally Lamb, Pjotr Selvjeniki, Liisa Tikaanenen; de hecho, me encantan los autores finlandeses, tienen un sentido del humor tan especial... Luego todo lo de Jack August Merrywether, aunque el último me decepcionó un poco; Helen Marundi, por descontado, Tahuro Yashamoto, Lawrence Delaney y, naturalmente, Grimphook, Tscherkowsky, Maland, Pitt...

Gideon parecía francamente desconcertado.

Puse los ojos en blanco.

—Rudolf Pitt, no Brad.

Las comisuras de los labios le temblaron ligeramente.

—Aunque tengo que decir que Nieve de amatista no me gustó nada — continué enseguida—. Demasiadas metáforas ampulosas; ?a ti no te lo pareció? Mientras lo leía, no dejaba de pensar: ?Esto lo ha escrito algún otro por él?.

—?Nieve de amatista? —repitió Gideon, y ahora sonrió abiertamente—. Ah, sí, yo también lo encontré terriblemente ampuloso. En cambio. El alud ambarino me pareció genial.

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